Alemanes
Andaba estos días por Facebook un enlace que nos
llevaba a una especie de reportaje de una TV alemana sobre la ineficacia
española en el trabajo y culpando a la misma de la actual situación económica de
nuestro país, obviando que de esa crisis no se libra ni la tan ponderada
eficacia teutona; eficacia que yo comparo con la del burro de la noria, que
gira y gira aunque no tiene ni puta idea de para qué. Basaba el inteligente
reportero germano, entre otras cosas en el tema de los trabajadores que
abandonan su puesto de trabajo para fumar, dando por supuesto, me imagino, que
en España un cirujano es capaz de abandonar la sala de operaciones para fumarse
un cigarrillo. Ellos no hacen eso, los alemanes son in capaces de hacer una
cosa así; mayormente por que no están programados para eso y, por tanto, en las
aristas y ángulos de sus teutonas cabezas no cabe semejante cosa.
Yo, de cualquier modo, comparo el sentido malicioso y
sesgado del reportaje (?) con el hecho de, pongo por ejemplo, irme con una
cámara de TV al balneario 5 ( o 6, ahora
no recuerdo) de la Playa
de Palma, a cualquier hora de cualquier día de verano (siempre que sea antes de
la 00:00, que es cuando se desconectan) y grabar a los varios cientos de alemanes
y alemanas, divididos en grupos más o menos grandes, pero nunca menos de seis,
bebiendo de un cubo de los de fregona o similar lleno de sangría, o lo que les
echen, con largas pajitas. El espectáculo es digno de ver. Otros, en la arena,
consumen botellas de cava de a euro la unidad y las van dejando clavadas en la
arena como exhibición de de su buen hacer y alarde de la refinada cultura
alemana, así como en su eficacia en el trasiego de alcohol. A la hora de
exhibir el reportaje se podría dar la idea de que, tomando como muestra lo que
ahí se enseña, todos los alemanes son unos animales maleducados en cuanto se
embrutecen con el alcohol. Nada más falso. Todo el mundo sabe que muchos
alemanes son así sin necesidad de beber una gota.
El mismo derecho tengo yo de juzgarlo a ellos que el que
ellos se arrogan de juzgarme a mí. Y punto pelota.